domingo, 6 de julho de 2014
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Crisis y Universidad: de intelectuales a hacedores de ‘papers’ |
Fernando García-Quero · · · · · |
01/06/14 |
La Universidad está inmersa en un proceso que aniquila intelectuales y
los convierte en un nuevo tipo de ser académico cuyo fin último es
hacer papers. No se se fomenta un profesorado que intente enseñar más
allá de los cánones establecidos o colabore con asociaciones u
organizaciones sociales.
Aunque
parezca mentira y difícilmente creíble, la evolución durante las últimas
décadas de las políticas públicas en el ámbito universitario español ha
generado unos incentivos perversos que están acabando con la reflexión y
el pensamiento crítico en todos los niveles de la sociedad. En el
sistema universitario español no se valora ni se fomenta en absoluto un
profesorado que prepare clases, envíe trabajos a sus estudiantes y los
corrija, intente enseñar más allá de los cánones establecidos, imparta
charlas fuera del ámbito académico sobre cuestiones que considere
importantes para formar ciudadanos con ideas propias, colabore con
asociaciones u organizaciones sociales, escriba en medios divulgativos
para transmitir lo que hace, o se preocupe por influir en sus entornos
más cercanos.
Esas
actividades, que para cualquiera que no conozca el funcionamiento de la
Universidad pueden parecer las obligaciones diarias del profesorado
universitario, no sólo no lo son, sino que la persona que las lleve a
cabo está dificultando considerablemente sus posibilidades para
consolidarse en las plantillas de las universidades españolas.
Quien
realiza ese tipo de actividades porque las considera imprescindibles
para su labor académica está restando tiempo para lo que más se valora
en la Universidad española, publicar artículos científicos en revistas
con alto impacto, los llamados papers en el lenguaje anglosajón[1].
Papers que en la mayoría de las ocasiones, al menos en ciencias
sociales, que es el ámbito que mejor conozco, no sirven para mucho, no
aportan gran cosa a la sociedad y no mejoran en absoluto la realidad más
próxima a los investigadores e investigadoras que los realizan.
Papers que
están haciendo cada vez más difícil encontrar en las universidades
españolas profesorado con el que poder discutir de diversas cuestiones
desde una perspectiva multidisciplinar y crítica, profesorado que asista
a charlas por el gusto del saber, que lea más allá de lo indispensable
para publicar o que se implique en actividades con el fin de que la
sociedad mejore.
Las reglas
de juego en la esfera universitaria española han cambiado peligrosamente
las motivaciones y los comportamientos de su profesorado. La
Universidad española, le pese a quien le pese, está inmersa en un
proceso que aniquila intelectuales y los convierte en un nuevo tipo de
ser académico cuyo fin último es hacer papers sin pausa, sin poso y sin
reflexión. Aunque nuestras universidades se vanaglorien constantemente
de estar cada vez mejor posicionadas en los rankings internacionales de
excelencia, no engañan a nadie y mucho menos a los que conocemos la
situación desde dentro. Quienes estamos inmersos en el sistema
universitario español y quienes lo sufren en sus carnes, estudiantes en
su mayoría, conocemos bien lo que se cuece dentro y lo mucho que dejan
por desear grados, posgrados, maestrías y demás estudios ofertados en
nuestras facultades.
En mi
opinión nada de esto es baladí y tiene gran influencia en la realidad
social, política y económica que nos está tocando vivir. Cuando se
conoce el funcionamiento interno de la Universidad y los estímulos bajo
los que se trabaja dentro de ella, se llega fácilmente a la conclusión
de que al fin y al cabo no es tan de extrañar la crisis multidimensional
en la que nos encontramos. Demasiado bien estamos, diría yo, sobre todo
teniendo en cuenta que en el lugar del conocimiento por excelencia, en
el lugar donde deberían de gestarse las alternativas y formarse seres
humanos que luchen por la igualdad y la justicia social, hay un sistema
de incentivos para generar estudiantes mediocres, sin reflexión y
manipulables, académicos y académicas sin discusión, catedráticos y
catedráticas sin cátedra ni conversación e intelectuales sin intelecto.
Claro está,
así es mucho más fácil hacer cambios que van en contra del interés
general y favorecen los intereses de las minorías que ostentan el poder.
Por suerte para todos y todas, aún hay muchas resistencias y un número
considerable de profesorado y estudiantes, independientemente de que se
les valore o no, siguen luchando y trabajando por crear una Universidad
cuyo objetivo principal sea utilizar el conocimiento para una
transformación social hacia la igualdad. A ellos y ellas, mi gratitud y
admiración, porque cualquier cambio a mejor pasa por una Universidad
comprometida, crítica y con capacidad de lucha.
Nota:
[1] El factor de
impacto es un indicador bibliométrico dirigido a clasificar y evaluar la
calidad de las revistas científicas. Cuanto mayor factor de impacto
tiene una revista, mayor calidad y rigor se le suponen.
Fernando García-Quero es miembro de Economistas Sin Fronteras
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