Esta mañana, algunos amigos acompañamos a Edgar para entregar su apelación ante la negativa de salida del país. A unos pocos pasos de la oficina de Consultoría Jurídica está la sede de Inmigración y Extranjería a nivel nacional. Ya conocía el lugar, pues fue justamente allí donde hace un año hice una reclamación similar, que concluyó con la confirmación de que no podía “viajar por el momento”. Funcionarios uniformados y personas calladas a la espera de que su caso sea revisado, conforman el escenario de esta dependencia del MININT.
Las firmas recogidas entre cubanos de aquí y de allá, fueron entregadas a la oficial de turno, que confirmó que ahora tenían sesenta días para responder a su solicitud. El viernes, dos integrantes de la sección 21 le habían “sugerido” a Edgar que desistiera de presentarse en el lugar donde fuimos hoy. Le insinuaron que si se estaba tranquilo, le darían el permiso de viaje antes de agosto. Después de la huelga de hambre que hizo este joven, las autoridades migratorias no pueden –según contaron los inquietos muchachos- “actuar bajo presión”, porque parecería que se han visto obligados a dejarlo subir al avión.
Como si no fuera lo más común que los ciudadanos presionáramos y en respuesta a ello, los políticos enmendaran sus acciones. Para eso precisamente es que ocupan sus puestos, para ceder –una y otra vez- ante las demandas de la sociedad. ¿Es que no ha sido dicho ya –por suficientes voces- que el permiso de salida y entrada a Cuba, tiene que ser derogado? ¿Qué más tiene que ocurrir para que dejen de secuestrarnos ese derecho?